La psicología del espacio abarca desde el comportamiento hasta las sensaciones de las personas frente a un espacio. La personalización ayuda a mantener un equilibrio y mejorar las experiencias.
El orden y la limpieza tienen un efecto tranquilizante. Son el antídoto frente al caos que en ocasiones se presenta en los espacios e influye en la forma de actuar y toma de decisiones de quienes lo habitan. Pasa lo mismo con los colores, las texturas, la iluminación: cada elemento es clave para las emociones.
“Son muchos los factores que inciden, sin embargo, no todas las personas perciben que hasta la ubicación de un cuadro o la elección del color de un cojín juegan un rol muy importante en generar tranquilidad, impulsar la creatividad o dormir mejor”, explica María Isabel Fernández, arquitecta interiorista.
Una habitación, un puesto de trabajo, una cocina o una sala de estar hablan de la personalidad de sus habitantes. La llamada psicología del espacio no trata de hacer una lectura de cada individuo, sino que estudia la interacción que mantienen con él y cómo lo afecta emocionalmente. “Por ejemplo, los lugares con mucho desorden o elementos mal ubicados no dejan descansar bien”, agrega la experta.
Los sentidos ayudan a definir esta relación. Cuando se trata del olor y el tacto, la elección de un aroma, ya sea artificial o por medio de plantas aromáticas, o la escogencia de materiales que invitan a jugar con las texturas, inducen sentimientos de seguridad, calidez y bienestar. Para María Isabel, el color es fundamental. “Muchos, que no lo saben aplicar, pueden cambiar por completo la experiencia de su casa u oficina. Los juegos de tonalidades tienen la capacidad de hacer que alguien se sienta muy aburrido o muy feliz”.
Para incrementar la energía y generar una experiencia positiva, la interiorista recomienda el amarillo o el naranja: “Estimulan la comunicación. Nos hacen sentir despiertos. No se trata de tener todas las paredes amarillas, el secreto está en aplicarlo por medio de acentos. Tampoco es bueno abusar del uso del color. Podemos tener un mueble o una consola que, por ejemplo, puede ser toda en madera y tener las patas en uno de estos colores”.
Si lo que se busca es calma y tranquilidad, los tonos azules llevan la ventaja. “También los neutros, como el gris. Siempre nos van a transmitir la calma y la tranquilidad. Esto ayuda a regular el sueño. Es bueno aplicarlos en una alcoba para bebés o niños, para que duerman mejor y se sientan mucho más tranquilos. Para generar estímulos, podemos aplicar acentos en colores más vivos”.
De amplitud y geometría
En este caso, la forma de los espacios incide en la capacidad de cada individuo para concentrarse. “Los techos altos favorecen la creatividad, mientras que los más bajos generan más concentración”. La iluminación ayuda a complementar estas sensaciones generando intimidad, si es amarilla y tenue. Una luz muy blanca hace que las personas se sientan más activas y saludables.
La personalización determinará cómo alguien se va a sentir en su casa, por eso hay que pensar en la decoración según sus gustos y necesidades. Cada detalle importa, así la mayoría no sea consciente de su entorno, de su mesa de noche, el color de sus paredes. La distribución de objetos en cualquier punto de la vivienda tiene la capacidad de potenciar nuestro estado de ánimo.
La seguridad, la facilidad de movimiento y la estimulación sensorial son algunos elementos que deben tenerse presentes antes de iniciar un proceso de transformación espacial.